sábado, 3 de febrero de 2007

Hacía tiempo que no me asomaba por estos lados... Hoy llueve con bastante insistencia sobre nuestras cabezas... me dan ganas de escribir... y escribo. A veces la lluvia duele. A veces nos brinda alivio: creemos con obstinación que lavará las almas, la mugre, las miserias, las tristezas.... que se llevará la tormenta con la que guerreamos puertas adentro. Hoy no. Hoy la lluvia cae afuera, me asomo a ver las gotas... no hay trueno que me aturda ni relámpago que me desvele... hay brazos y abrazos que me acurrucan. Entonces ocurre el milagro y no nos empapa de sutil melancolía. Será porque a estos nubarrones que invaden nuestro cielo le precede otra lluvia: miles de caricias precipitándose sobre la piel mientras la noche avanza hasta volverse luz...

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